Creo que estoy asustada.
Los últimos dos años de mi vida han sido una amalgama entre
desesperación, búsqueda de lugares, de personas, de mi misma y revoltijos. Han
sido turbios con leves momentos calmos, como cuando revuelves un café.
Esas experiencias y el hacer coraza para enfrentarlas sola
me hicieron común el vivir en el desastre y es tanto que ahora, cuando las
cosas van bien, tan bien, increíblemente bien, jodidamente bien, que ni yo
misma lo creo y me asusto, me asusto mucho.
¿Sabes por qué?...
A veces extraño estar “mal”, esa condición casi innata en la
Gema de antes-ahora. Cuando estaba hundida en mi propia mierda sacaba las
fuerzas, ese ánimo glorioso y las ganas aunque fueran falsas de demostrar que
todo iba bien, que era fuerte, que estaba ahí parada como si las cosas me
resbalasen. Me hacía sentir fuerte en mi superficie, aunque fuera un merengue
por dentro.
Hoy, me pregunto dónde quedaron esas fuerzas, esos ímpetus.
Pareciera que el estar bien me hiciera mal (jajajaja ironía), porque me hace quedarme
ahí, estar, llana, serena. ¿Dónde están mis superaciones?, ¿dónde están mis
deseos?. Siento que avanzo pero, nuevamente, en modo automático.
Tengo todo lo que me ha dado la vida, un cuerpo completo
(deforme, pero completo), sinapsis en mi cuerpo para comunicarme y ejercer lo
que quiera, ojos para observar desde lo más pequeño a lo tangible, boca para
las más hermosas cosas que da el lenguaje. Tengo a mis padres que día a día no
me defraudan en su labor y me hacen sentir que tenerlos fue algo más que juntar
gametos. Tengo hermanas que si bien no tengo ese vínculo tan perfecto de
literatura fraterna, son mi sangre, son mis guardianes y quienes me brindaron
las hermosas criaturas que tengo de sobrinas. Tengo amigos, que aún sabiendo
que soy una mierda de personas y muchas veces me olvido de ellos, siguen ahí,
esperando, sabiendo que volveré. Tengo
una carrera que cuando ingresé movía mi ímpetu y mi ser y ahora siento que no
lucho lo suficiente o no le encuentro la delicia del sabor y sin embargo sé que
es lo que quiero. Y por último, y lo más reciente; tengo a alguien a mi lado,
que sé que me quiere como quien quiere a las oportunidades valiosas y sin
embargo soy una mala agradecida de mierda quejándome de la vida. Todo esto me
hace sentir que cualquier persona me estaría diciendo “sonríe, hay momentos
malos, no una vida eternamente mala”.
Y sonrío, después de llorar.
Como siempre.