El que calla otorga, y yo tuve que callar. Me dolía reconocerlo pero era cierto. No tuve el coraje para preguntarles cómo se curaba uno de ese hábito, cuál era el tratamiento, dónde, quién me podría ayudar, y pensé que si no existía un lugar que ofreciera algún tipo de terapia, la humanidad estaba en mora de instaurarlo, porque de lo que sí estaba seguro es de que yo no era el único, somos millones de comemierdas que tenemos que curarnos en silencio o, como ha ocurrido tantas veces morirnos de una sobredosis fecal.
<- no obstante me consolé.- Por algo la utilizan como abono.>>"
Quedé marcada por el extracto, ¿cuánta gente no está sumidas en otras adicciones?.
Que conste que yo no soy adicta.
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