"La oscuridad no existe, lo que llamamos oscuridad es la luz que no vemos."
Henri Barbusse


sábado, 23 de junio de 2012

Decisiones.

Es difícil, muy difícil.
Me siento como cuando me puse a pensar que debía salir de casa sola, vivir sola, hacer mi vida sola y sin nadie más. Pero aquí se supone que de mi soledad he de volver a la comunidad de mi familia. Y se siente igual e incluso un vacío un poco más profundo.

Este viaje apresurado, viaje de emergencia, el llamado de ayuda me hizo explotar de todas las maneras posibles y mostrar todo el núcleo a la persona en quien más confío y que está en mi familia. Me he descargado, me he desbancado, he caído, he perdido y ganado.

¿Cómo lo haré?, ¿será lo mejor?. Irrevocablemente sucedió lo que no quería que sucediera: le he tomado cariño a Valdivia y a la gente que habita en él, a mis compañeros, a mis cercanos. A la bipolaridad del clima, al cruzar el puente en las mañanas, al frío que te suplican un abrazo, al parecer un tren cuando mi aliento caliente choca con el clima frío.

No soy de las personas que suele estar inestable, tampoco de esas que suele andar de un lado para otro. Suelo crear mi ambiente, hacerlo mio y quedarme ahí. Si no me gusta simplemente lo busco y lo acomodo. En ese sentido no soy muy moldeable, pero si manipuladora.

¿Qué debo hacer?, ¿es esto lo mejor?. Como suponía, mis "estoy bien" y las sensaciones placebo que me causaban esas palabras eran simplemente... placebos. Ante el médico, y ante ver mi cuerpo e interiorizarme en él (gracias a muchos factores, retos y demases) he caído en la cuenta que estoy mal, hundida en mis propias aguas ahogandome, luchando pero no aparentando. Mi cuerpo lucha y logra contagiar mi ánimo que trata de camuflarlo. Mi colon está hecho añicos, mi pelo cada día más corto y mis exámenes hechos unos desastres.

No sé si estaré mejor aquí o allá. Pero lo que si sé, es que necesito ese ánimo, esa vivacidad, esas ganas de ser yo nuevamente...

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