"Todo mi cuerpo en este otoño se siente crepúsculo en la lluvia."
El otoño es tan distinto en Valdivia... como que aquí todo es demasiado extremista, bipolar en exceso. Es abril y aquí ya hay temporales, aunque igual es hermoso, no me quejo en absoluto. Si bien Valdivia es hermoso a su manera, extraño estar en Santiago en esta época, porque se aprecia más... caminar una tarde desde Mapocho al Parque Forestal [escuchando Drown with me de Porcupine tree ojalá], pasando por detrás del Cerro Santa Lucía... eso extraño, como las caminatas que hacía en mis tardes de Preuniversitario. Deseo hacer eso, porque aquí, el paisaje es más verde que naranjo. Y eso que mi color favorito es el verde.
Pero no vengo hablar de eso, sino más bien otra cosa, otro descubrimiento.
Otoño: ¿Son los únicos cadáveres que la gente pisa y no se da cuenta de su presencia?, o, obviamente no. El otoño es una muerte hermosa, renovadora, espléndida. ¿Cómo puede adornar una muerte?, pues con nuevos matices.
Me siento como el otoño: cambiando las hojas viejas por las nuevas. Desde que llegué aqui que todo es distinto, hasta yo. A veces ni me reconozco. La misma persona que escribe en este blog, que antes pasaba afuera, ahora está dentro, para casos especiales.
Recuerdo haber dicho que sentía que hacía las cosas por monotonía, como inercia. Pues no hace mucho, volvieron esas ganas, ese gusto, la motivación, el deseo y pasión. Lo que me hizo recordar por qué estoy aquí. Se siente tan bien, aunque muchas veces sean tenues las ganas, trato de buscarla muy bien y pillarla. Es emocionante.
¿Cambiando hojas nuevas por viejas?, puede ser. Y espero que sea así. Quiero sacar todo lo malo y volverlo bueno, una renovación para otra temporada. No quiero perder mis ganas, mis ansias... quiero lluvia y viento, para hallarme desnuda en invierno, pero saber que al fin y al cabo sigo ahí. Plantada, ergida.
¿Dónde irán mis hojas muertas?, pues a veces es el abono de otros lugares :).
Yo solo deseo seguir, renacer, vivir...
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