"La oscuridad no existe, lo que llamamos oscuridad es la luz que no vemos."
Henri Barbusse


sábado, 24 de diciembre de 2011

Y todo parece forzoso.
Me carga.
Preferiría ser yo, desligarme del papel de mujer fría e indiferente pues no lo soy (hay excepciones MUY ínfimas). Pero creo que debe ser así, sólo creo... ¿debe ser así?. No deseo malinterpretaciones de nada, porque si fuera por mi me mostraría lo cargante que puedo ser al estar así ante alguien... *suspiro*

Ordenar, dejar limpio, agarrar las cosas y el terminal parecía más vacío y solo que otras veces. Fue extraño, pues solo me han acompañado una vez en la espera,las otras veces siempre fueron yo,yo y yo. Y el bus retrasado, el sueño en mis ojos, el corazón pesado. Dormir me incitaba a hacer todo más fácil.

Despertar y no saber dónde, la deriva del viaje, tratar de conectarse nuevamente con la familia sin ser indiferente, saliendo del papel acostumbrado de vivir sola. Es difícil complacer a todos...

He soñado nuevamente cosas de las cuales no me acuerdo pero el cuerpo lo expresa.
No quiero dormir, tengo miedo de los sueños abstractos, y a pesar de ello creerles.

Hoy más que nunca mi cuerpo ha expresado lo que he omitido.
El no querer dormir, el dolor de pecho ante cualquier roce comprensivo, el afecto quemante, las presiones hacia la niñita perfecta que ellos creen ver.
Cuando estoy llena de culpa, de abrumaciones... cayendo en al indiferencia de una sonrisa falsa que pretende dejar conforme a los demás, sin preocupaciones.
Sin embargo... esa estúpida manía de alejar a las personas por el simple hecho de querer curarse uno mismo. Fuerza centrípeta.

¿A quien engaño?, pues a mi. Me engaño y lo sigo haciendo. Suprimo sueños porque sé que ellos me dicen lo que de verdad pasa. Ahora lo veo y lo sé.
No es bueno, para nada.
Es horrible.
Inesperado.
Radical y penetrable.
Dual.

Y ante esa posibilidad de pulso, esa posibilidad sólo se me ocurren dos opciones: ambas completamente horribles, ambas que no deseo hacer, limitantes, que algún día pagaré caro, ambas igual de vergonzosas, ambas igual de mortales...

De la tercera ni hablar.


Por favor no,de verdad... no deseo hacerlo.
No va conmigo.
Ya me cansé de escapar.

Y cuando por fin deseo hacer algo bien, me sale todo mal.
Pero me quedo con esos días, pocos, en los que me sentí más suave de lo normal, más liviana, más protegida y envuelta entre extremidades, sumergida en pasajes donde descubrí mis otros yo, los paseos al viento...

Un buen regalo de navidad... sería que el milagro no sea milagro. Por lo menos que sea así en mi.

Incertidumbre.

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